 |
Lisa Golightly
|
Un niño, una niña, o un adolescente no son ciudadanos precarios, ni simples conatos de ser humano. Considerar que la infancia, término asimismo controvertido, es una etapa secundaria, una simple preparación, relegarla a un momento cuyo sentido solo obedece a propiciar la vida adulta supone desconsiderarla en su plenitud. Se comprende entonces nuestra desafortunada tendencia a estimar que todo es siempre el preludio de algo que está por venir, mientras restamos entrega e intensidad a la ocasión que nos corresponde vivir. Que requiramos mejorar y crecer no significa que haya de postergarse la plena constitución.
Como a nadar, nadando, a participar se aprende participando. Insistimos en la necesidad de hacerlo y de procurar los espacios, los ámbitos, los mecanismos y los procedimientos para lograrlo, y conviene que suceda desde bien temprano, desde los primeros momentos. Para quererlo y para valorarlo. Ello exige no limitarse a ser un mero paciente de lo que ocurre.
Participar es tomar parte, en la medida en que no se reduce a tomar mi parte, sino a formar parte. Supone pertenencia e implicación, adoptar una posición.
Continua leyendo
Ángel Gabilondo
No hay comentarios:
Publicar un comentario