Sí, al contrario de lo que pretende el refrán ("El tiempo todo lo arregla"), en la escuela cabe decir lo contrario, que todo lo echa a perder. Su ordenación actual resulta de una mezcla de inercia, ignorancia, intereses y burocracia que mina el aprendizaje y la educación, y perjudica a los alumnos y a la sociedad. [...]
El año escolar, con sus tres largos meses de verano, proviene de la sociedad agrícola, en la que las tareas se intensifican entre julio (incluso junio) y septiembre... pero en la agricultura trabaja ya menos del 5% de la población ocupada. Al margen de la huerta, es cierto, el largo y cálido verano hace más difíciles el encierro y el estudio (pero ya hace tiempo que se inventó el aire acondicionado) e invita a estar en la calle (si no la vuelve inhabitable). [...]
[...] las familias se las ven y se las desean, cuando todos los adultos tienen un trabajo remunerado, para hacerse cargo de los menores durante esos largos tres meses. Los edificios e instalaciones escolares se cierran o pasan a estar desaprovechados como no pasa con ningún otro. [...]
Las familias están lógicamente divididas, pues algunas ven a sus hijos sobrados y aburridos, de manera que cuanto antes salgan del centro mejor, y además suelen ser las mismas que pueden y saben ofrecerles otras opciones fuera de la escuela (o pagar por ofrecérselas dentro). Otras, en cambio, los ven agobiados por el ritmo de la escuela, y además suelen ser las que no saben o no pueden ofrecerles lo mismo fuera de ella. [...]
El año escolar, con sus tres largos meses de verano, proviene de la sociedad agrícola, en la que las tareas se intensifican entre julio (incluso junio) y septiembre... pero en la agricultura trabaja ya menos del 5% de la población ocupada. Al margen de la huerta, es cierto, el largo y cálido verano hace más difíciles el encierro y el estudio (pero ya hace tiempo que se inventó el aire acondicionado) e invita a estar en la calle (si no la vuelve inhabitable). [...]
Ilustración: David Sierra |
[...] las familias se las ven y se las desean, cuando todos los adultos tienen un trabajo remunerado, para hacerse cargo de los menores durante esos largos tres meses. Los edificios e instalaciones escolares se cierran o pasan a estar desaprovechados como no pasa con ningún otro. [...]
Las familias están lógicamente divididas, pues algunas ven a sus hijos sobrados y aburridos, de manera que cuanto antes salgan del centro mejor, y además suelen ser las mismas que pueden y saben ofrecerles otras opciones fuera de la escuela (o pagar por ofrecérselas dentro). Otras, en cambio, los ven agobiados por el ritmo de la escuela, y además suelen ser las que no saben o no pueden ofrecerles lo mismo fuera de ella. [...]
Carlos Arroyo - Ayuda al Estudiante / El País
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